lunes, 12 de noviembre de 2012

Seis reformas clave para que China pueda cambiar de modelo económico



A partir de ahora, el reto de los mandatarios del país asiático será mantener el crecimiento o, al menos, hacer aceptable una desaceleración controlada. Los futuros dirigentes chinos tendrán que responder a un desafío formidable: ¿cómo mantener el ritmo de crecimiento del que ha gozado el país a lo largo de los últimos diez años?

Esta y otras preguntas crean debate. Así lo atestiguan los fragmentos de artículos que publicamos a continuación en colaboración con China Analysis. Única publicación en Europa que se apoya en fuentes en lengua china, esta revista bimestral, editada por la asociación de investigación Asia Centre, expone los puntos de vista de personalidades de la República Popular China, de Hong Kong y de Taiwan sobre la política interior y la economía chinas.

1. Reducir el peso de las empresas públicas

"En 2011, la renta bruta agregada de las empresas públicas chinas alcanzaba los 30.300.000 millones de yuanes, el 64% del PIB chino. Estas empresas representaban una parte considerable de la economía nacional. Según el Instituto de Investigación Económica Tianze, durante el período 2001-2009 habían registrado una tasa de rendimiento anual media del 8,16 por ciento.
Sin embargo, cuando a estos cálculos se les restaban las subvenciones estatales recibidas, su rendimiento caía espectacularmente a -6,29 por ciento. Por tanto, hay que reorganizarlas."

2. Replantear la política energética

"Según Yang Fuqiang (un investigador, NDLR), en 2009 China se había convertido en el primer país consumidor de energía en el mundo y, en 2011, representaba ya más del 20 por ciento del consumo de energía primaria mundial. Además, el país también trata de ralentizar el crecimiento de su demanda doméstica.

Según el investigador Yang-Mingzhou, el estallido de los monopolios de las grandes empresas del Estado debería permitir la instalación de mecanismos transparentes de formación de los precios."

3. Modernizar con urgencia el sistema financiero 

La crisis ha engendrado grandes oportunidades para China, pero ha revelado, asimismo, las debilidades estructurales de su sistema económico. El acceso a la financiación de actores económicos privados capaces de desarrollar el mercado interior es difícil, la oferta de servicios financieros es limitada y, por tanto, la oferta de crédito no puede ser satisfecha a través de las vías habituales.

El gobierno debe mejorar la oferta de servicios financieros y romper el monopolio de la industria financiera para permitir una variedad de establecimientos financieros.

4. Poner estricto freno a la corrupción

Entre los 183 empleados superiores de 19 ministerios y comisiones, 56 ya han tenido una experiencia de management en alguna empresa del Estado. Esta situación crea conflictos de intereses. Numerosos políticos son nombrados por turnos a la cabeza de empresas públicas y pueden por tanto utilizar sus relaciones para hacer que su empresa, en base a cuyos resultados son juzgados, disfrute de un trato de favor. Esta politización también crea oportunidades de búsqueda de ganancias que el gobierno debe imperativamente esforzarse en juzgar estrictamente.

5. Conciliar la expansión y el medio ambiente

"Los objetivos del XII Plan en materia de protección del medio ambiente serán difíciles de alcanzar: el año 2011 ha visto los ahorros de energía progresar en sólo un 2,01 por ciento. Además, el investigador Yang Fuqiang subraya que el consumo energético y las emisiones de CO2 aumentarían respectivamente en un 26,2% y un 17,7 por ciento en relación a 2010.

Para alcanzar estos objetivos de ahorro de energía y de protección del medio ambiente, China necesita dotarse de una nueva estructura de recursos energéticos "limpia y baja en carbono".

6. Construir una verdadera política social

Desde la reforma fiscal de 1995, que limita fuertemente los ingresos de los gobiernos locales, éstos se encuentran en una situación de tensión creciente entre la sociedad y las administraciones, evaluadas éstas en gran parte en base a su capacidad para mantener la estabilidad social.

Así pues, esta postura incita a los gobiernos locales a adoptar una lógica de "cero incidentes" que los lleva más a tratar de impedir que los niveles superiores estén al corriente de los problemas, que a tratar de solucionar estos mismos problemas.

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